martes, 13 de septiembre de 2011

PAGLIACCI (Payasos) R.Leoncavallo

Parece un poco raro presentar “Pagliacci”, con un relato de enfermedades wagnerianas. Creo que la cosa tiene, por lo menos,  dos explicaciones: 1.- Haber leído recientemente, un libro del catalán Roger Alier y 2.- Considerar que el verismo italiano, tiene que ver con  las obras del teutón. El texto del crítico barcelonés, titulado “Sotto Voce”, ya lo conoceréis, pues está publicado hace tiempo. En él hay anécdotas, de las cuales la mayoría resultaban conocidas, para mi desgracia, porque lo que yo quería era que fuesen nuevas. No obstante lo cual, ha habido una que me ha hecho verdadera gracia. Esa es la que os voy a relatar, adaptándola con mis palabras. Como ya os habéis podido dar cuenta, siempre trato de buscar una pequeña controversia entre “wagnerianos” y “verdianos”.  

Conocéis de sobre que Cataluña es el lugar de España donde antes prendió la llama del wagnerianismo. Nunca se habían visto juntos tantos devotos del ídolo como allí. Hoy no han cambiado las preferencias, siguen, poco más o menos igual. Bien, nos dice el autor, que cuando empezó a extenderse la invasión de la música wagneriana en aquellas tierras, provocó (igual que lo haría una infección de otro tipo), que se produjeran poderosos anticuerpos con los que se intentaba combatir la enfermedad de “la dependencia de Wagner”.

Entre estos anticuerpos, se dio la circunstancia de que se publicara en 1894, un folleto anónimo, cuya intención clara era desacreditar, de forma graciosa, al movimiento recién nacido. Se asemejaba a otro que apareció en Francia. Pero este creador, añadió, al final del libro, algunas reseñas y observaciones, con el título genérico “De las enfermedades wagnerianas, de su tratamiento y de su curación. Obra histórica, filosófica, médica, y benéfica, escrita en francés, por el señor Dr. Cuniculus, y traducida al castellano y anotada por el Dr. Lapin, autor de la alocución que le precede y de la coda que le sigue”.

Como podréis ver, si me seguís, la exposición de las dolencias que produce el teutón, no está nada desaprovechada: “El mal wagneriano o mal alemán (malus germanicus), nació en Alemania hace unos cuarenta años [….] Se sabe que las enfermedades wagnerianas, reconocen por causa el abuso del licor tóxico inventado por Ricardo Wagner y conocido vulgarmente con el nombre de Wagneriana… […] Cierto que los primeros frascos de Wagneriana importados en Francia con las etiquetas de Tamhäuser y Lohengrin, eran relativamente inofensivos y que, sin gran peligro, podía hacerse de ellos un diario consumo. Pero poco después vinieron sucesivamente el elixir tetralógico, las cápsulas opiadas de Tristán y, por fin, el más terrible de todos esos venenos, la Parsifalina, de la cual bastan algunas veces unas cuantas gotas para desconcentrar los cerebros mejor equilibrados”.

Tras esta disertación, seguía diciendo: “Las enfermedades que provocan el contacto con la Wagneriana son cuatro, pero pueden atenuarse con vinos de marca de compositores españoles sin una gota de Bretón. Estas fases son: Wagneriola, Wagneriomanía, Wagneralgia y Wagneritis. La Wagneriola es la variedad más benigna, cuyo remedio más eficaz es Un sencillo emplasto de Mozart, aplicado sobre el estómago: eso basta para conjurar el mal. La Wagneriomanía, tampoco es muy grave pero hay que tener cuidado pues puede degenerar en Wagneralgia. Esta tercera fase es casi siempre crónica, y sus síntomas, aumentan con el tiempo y pueden llegar a ser violentos. El remedio contra esta afección está en baños de sonidos constantes, el jarabe de acordes perfectos y el agua pura de melodía, además, de cataplasmas emolientes de harina de Massenet sobre el abdomen. Cuando el enfermo está casi curado, se le sujeta al régimen de macarrones Rossini, de sopas Meyerbeer y fricciones con el bálsamo de Bach o de Händel. En casos graves, lo mejor son las inyecciones hipodérmicas con el clorato de Offenbach, y si por este medio se consigue provocar la risa, el enfermo está salvado”. 

Nos queda la cuarta fase, la más peligrosa: “La Wagneritis, sobre todo en el estado agudo, resiste a todo tratamiento. El abuso diario del elixir tetralógico, de las pastillas de Tristán y de la Parsifalina, produce fatalmente la locura furiosa, contra la cual, no existen más recursos extremos, que las duchas heladas y la camisa de fuerza. El wagneriano aquejado de este mal llega a no poder más que decir una palabra: Wagner, Wagner, Wagner. La muerte artística a corto plazo es consecuencia de este estado patológico. El análisis químico de la Wagneriana, da bicarbonato de leitmotiv, acetato de disonancia, partículas infinitesimales de melodía, una gran dosis de aceite esencial de fastidio y una sustancia espesa, turbia e indigesta, que creemos ha de ser la poesía germánica”. Espero que nadie se enfade demasiado por lo expuesto y de ser así, le pediría disculpas. Téngase en cuenta que, como siempre digo, lo único que pretendo es empezar la ópera con una sonrisa.

EL ARGUMENTO
Prólogo: Tonio, un payaso feo y deforme, sale de detrás de la cortina para decirnos que la historia que están a punto de representar es verdadera.

Llega a una pequeña aldea una compañía teatral ambulante y los aldeanos le dan la bienvenida. Canio, el cabecilla, anuncia que esa misma noche darán una función. Luego les invitan a un trago en la taberna. Tonio rehúsa y un aldeano insinúa que prefiere quedarse sólo para cortejar a Nedda, la esposa de Canio. Éste se molesta y pide que no se juegue con esas cosas.

Las campanas de la iglesia convocan a vísperas y la multitud se dispersa. A solas, Nedda se inquieta por los celos de su marido y al ver volar los pájaros, envidia su libertad. Aparece Tonio e intenta besarla pero ella, disgustada lo ahuyenta. Nedda, que es cortejada por Silvio, un aldeano a quien ya conocía, aborrece a su celoso marido y a la vida teatral. Tonio presencia una cita de la pareja y llama a Canio para que lo vea y Silvio escapa antes de que éste pueda identificarlo. El marido demanda saber la identidad del hombre, más ella no quiere decirlo.

Entonces la ataca con un cuchillo. Beppe se acerca para ayudarla. Cuando queda sólo, Canio se abruma por la infidelidad de su esposa. Comienza a sollozar pero debe interpretar a un payaso pese a que tiene el corazón roto. Los aldeanos se reúnen a las once de la noche, hora en que va a dar comienzo la representación teatral. Curiosamente, los personajes de la obra se encuentran envueltos en una situación muy similar: una historia de adulterio.

Arlequín (interpretado por Beppe) corteja a Columbine (Nedda) mientras el marido está ausente. Tadeo (Tonio) entra e intenta hacerle el amor a Columbine, pero Arlequín trepa por la ventana y lo ahuyenta. El esposo de Columbine, Pagliaccio (interpretado por Canio), aparece inesperadamente e interrumpe su encuentro con Arlequín, quien escapa por la ventana. De repente, Canio deja de actuar y reclama a Nedda la identidad de su amante. Ella no quiere nombrarlo, y él la mata con un cuchillo. Desde la audiencia, Silvio se apresura para ayudar a su amada, pero él también muere a manos de Canio.

EL AUTOR
Ruggero Leoncavallo (1857/1919) fue un compositor italiano, nacido en Nápoles. Realizó simultáneamente estudios de literatura y de música. Por esta razón,  siempre escribió él mismo los libretos de sus óperas. Se embarcó para Egipto aprovechando que un pariente suyo había conseguido allí una buena posición. Se le nombró director de la banda militar.

Ruggero Leoncavallo
Pero el estallido de una guerra contra los ingleses y la perspectiva de asistir a batallas al frente de la banda, le movió a desertar y huir a través del canal de Suez. Refugiado en París, donde malvivía de escribir canciones de cabaré, fue rescatado de tan indigente situación por el barítono Victor Maurel, quien le recomendó para que encontrara trabajo en Milán. Allí emprendió la composición de una vasta trilogía sobre el Renacimiento italiano y se puso a escribir una ópera sobre el poeta inglés Chatterton. Ambos proyectos no prosperaron.

Un concurso de la editorial Sonzogno hizo que compusiera “Pagliacci”. Pero no lo ganó porque su ópera tenía dos actos y era preceptivo que fuera de uno. No obstante, la casa organizadora, comprendiendo el valor de la obra, la hizo estrenar. Fue todo un éxito que, al igual que sucediera con Mascagni, no volvió a repetir. Después vinieron “La Bohème (1897), coincidiendo con Puccini que compuso su obra un año antes, y “Zaza (1900)”.

El Kaiser Guillermo I de Alemania le encargó una ópera, “Rolando de Berlín (1900)”, que parece ser que sólo gustó al Emperador. Luego se dedicó a la opereta, género en el que obtuvo algunos éxitos. Un último intento operístico ocupó sus últimos años y se estrenó póstumamente: “Edipo re (1920)”.

LA ÓPERA
Leoncavallo decidió escribir él mismo el libreto de “Pagliacci”. Para ello, no se basó en una obra literaria, sino que narró una experiencia vivida en su infancia. Su padre era juez y tuvo que sentenciar un asesinato por celos ocurrido en Montalbo di Calabria, durante una representación de cómicos ambulantes.

El músico no había presenciado los hechos pero si los había visto un criado de la familia, por lo que, el testimonio del compositor era pues, casi de primera mano. Su cultura literaria y su innato sentido del teatro, le llevaron a escenificar la historia con una gran habilidad y concisión. Hizo uso de la tradición italiana de la comedia del arte para situar a los cómicos en un adecuado ambiente de ficción, que contrastara con la cruda realidad de un asesinato en escena.

La trama, escueta y directa, no pierde el tiempo en divagaciones ni en anécdotas superficiales. Se encamina hacia el trágico desenlace a un ritmo preciso, concediendo algunos momentos de respiro. De este modo deja que el clímax se vaya formando en oleadas sucesivas hasta que estalla la tragedia y termina abruptamente la representación. Desde el punto de vista del libreto es interesante el Prologo. En él se anuncia que lo que el espectador presenciará no es ficción sino la realidad misma, escrita por el compositor “con la tinta de sus lágrimas” y con la música cuyos compases son “el ritmo de sus sollozos”.

Aunque la descripción parezca un tanto melodramática, lo cierto es que en la construcción de la obra, existe la voluntad de convertir la escena en un marco real. Además, en ese Prólogo introdujo un verdadero manifiesto musical en el que se explica el punto de vista de la escuela verista respecto al teatro. También estableció las pautas que seguirían después los otros compositores. Por todo ello, puede decirse que Leoncavallo hizo mayor aportación que Mascagni a la denominada “joven escuela”, más conocida como “verista.

Por haberse pasado de las filas del editor Ricordi a las de Sonzogno, esto motivo que el estreno de “Pagliacci” se realizara en un local secundario, como era el Teatro dal Verne. Tuvo lugar el 21 de mayo de 1892 bajo la dirección de Arturo Toscanini, con un rotundo éxito. De un modo parecido a “Cavalleria rusticana”, nuestro compositor tras el concluyente triunfo, se vio encumbrado a convertirse en jefe de la escuela verista junto con Mascagni. Sin embargo, y al igual que este último, no volvió a tener otro logro igual.

El resultado obtenido facilitó la rápida difusión de la ópera que, cuatro meses después del debut, se representaba en Viena, un poco más tarde en Berlín y antes de cumplir un año en Praga, Budapest, Londres, Madrid y Nueva York. La presencia de esta ópera en los repertorios internacionales no ha decaído nunca. Formando pareja con “Cavalleria”, su más habitual manera de aparecer, o bien adosada a algún otro título breve.

EL VERISMO Y LA ÓPERA
A finales del siglo XIX, el público estaba saturado de melodramas románticos. Por eso se hizo evidente la necesidad de renovación. Wagner, desde Alemania, dejaba sentir su influencia.

Era preciso, una vía intermedia entre las peculiaridades de la ópera italiana y las nuevas tendencias marcadas por el compositor teutón. El Verismo resolvió este problema y consiguió un estilo nuevo que sobrepasaba la mera acomodación. La renovación empezó por el aspecto literario: los libretos veristas buscaban situaciones realistas con personajes de la vida cotidiana.

La primera ópera Verista fue “Cavalleria rusticana (Caballerosidad rústica)”, pero el paso definitivo en la búsqueda del realismo lo dio nuestra ópera de hoy (“Pagliacci”). Su Prólogo, como ya se ha dicho, se considera un autentico manifiesto Verista. Otro punto sobre el que la escuela Verista insistiría repetidamente es “el teatro dentro del teatro”, plasmado por primera vez en la ópera que nos ocupa. Aunque ya se expusieron al hablar de la ópera de Mascagni, recordemos los principios por los que se rigen musicalmente las óperas veristas:

1.   Visión continua de la partitura considerada como un todo aunque se mantengan algunos números aislados.

2.   Utilización del leitmotiv o motivo recurrente para identificar personajes y momentos de la acción.

3.   Uso del Intermezzo orquestal que se hace habitual eliminando la Obertura, más formal. De este modo la orquesta también se hace protagonista.

4.   En el caso de”Pagliacci”, contraste entre el mundo real, con frases intensas, prolongadas y lineales, frente al mundo de la comedia presentado con una gavota galante.

LOS PERSONAJES
El personaje de Canio debe ser interpretado por un “tenor de fuerza” con poderosos agudos aunque el papel permite que un tenor de menos fuerza pueda salir airoso del mismo. Sus intervenciones son numerosas y exigen impulso y dedicación. Canio, como director de la compañía, es déspota y a veces brutal, pero en el fondo, se trata de un ser humano resignado ante su suerte, mayor en edad que su esposa y a quien ama con pasión.

Nedda es un papel para soprano lírica aunque en las escenas finales debe hacerse oír sobre una orquesta densa. Su intervención no está marcada por grandes agudos. Ella teme el amor posesivo de su marido y está cansada de la dura vida itinerante. Quiere ser libre como un pájaro.

El intérprete de Tonio debe ser un barítono que, si canta su parte como está escrita, no ofrece dificultades insalvables. Pero es costumbre en el Prólogo utilizar agudos no apuntados por el autor, con lo que se complica un poco su rol. Debe interpretar este papel un buen actor para defender adecuadamente al peligroso payaso jorobado fuera de escena y sobre ella. Él ama a Nedda y, al principio, su comportamiento es casi respetuoso. Pero al sentirse humillado, se encoleriza y se convierte en un ser vengativo sediento de revancha.

Silvio debe ser defendido por un barítono lírico. Rol no muy extenso pues casi se limita a un dúo con la protagonista. En carácter, el amante de Nedda es un hombre melancólico y siempre se acerca a ella triste y lleno de amor.

Beppe debe ser cantado por un tenor lírico-ligero o ligero, destinado, sobre todo, al papel de Arlecchino de la comedia, donde tiene su única página de lucimiento.

El Coro cuenta con importantes intervenciones y la orquesta ha de acometer pasajes de gran fuerza y belleza.

FRAGMENTOS DESTACADOS
1.- Prólogo: El barítono, que luego interpretará el papel de Tonio, se presenta ante el público antes de alzarse el telón, después de una breve introducción orquestal en la que aparecen diversos temas recurrentes. En este fragmento el cantante debe superar el obstáculo de los agudos, no escritos, pero que ha impuesto la tradición.


2.- Coro de aldeanos y payasos: Alegre entrada de los payasos seguidos de la gente del pueblo, que conoce ya a los artistas y anticipa las bromas de un espectáculo popular.


3.-Nedda: Aria y Balatella. Parece un recitativo seguido de Aria pero, en realidad, es una pieza lírica con una segunda parte de aspecto danzante. La balatella introducida por el canto de los pájaros, tiene una lejana resonancia wagneriana. Termina con el clímax verista típico.


4.- Canio: Aria. Esta es la parte más conocida de la obra a cargo del tenor. El personaje divaga sobre su profesión de entretener al público incluso cuando sufre como ser humano. Un largo y sentido pleno orquestal pone fin al acto primero.


5.- Intermezzo: Sólo orquestal característico para separar el primer acto del segundo. Utiliza un tema del Prólogo y las oleadas musicales de fin del mismo.


6.- Escena: Brillante pasaje coral con frases disimuladas de Silvio y Nedda que preparan su fuga cuando termine el espectáculo.


7.- Beppe: Serenata de Arlecchino. Beppe disfrazado de Arlecchino, canta una serenata con violín en pizzicato para que parezca una mandolina. La instrumentación es fina y delicada.


DISCOGRAFÍA
Este es el AUDIO que recomendamos:
Pagliacci - Ruggero Leoncavallo 
Año de grabación........... 1971
Director..........................Nello Santi
Canio..........................   Plácido Domingo 
Nedda .........................  Montserrat Caballé 
Silvio ...........................  Barry McDaniel 
Tonio ..........................  Sherrill Milnes 
Beppe .........................  Leo Goeke 
Orquesta ..................... London Symphony
Coro ........................... John Alldis Choir
Grabado en estudio

Y para el VÍDEO, éste:
Pagliacci - Ruggero Leoncavallo 
Año de producción............. 1983
Director.....................Georges Prêtre
Canio .....................  Plácido Domingo 
Nedda ...................  Teresa Stratas 
Silvio   .....................Alberto Rinaldi 
Tonio   .....................Juan Pons 
Beppe  ................... Florindo Andreolli 
Un contadino ........  Alfredo Pistone 
Un altro contadino   Ivan del Manto 
Orquesta: Teatro alla Scala di Milano
Coro: Teatro alla Scala di Milano
Grabado en estudio

2 comentarios:

Proyecto Sapere Aude dijo...

si quieres saber un poco más de esta opera visita :
http://proyectosapereaude.blogspot.com/2011/12/vesti-la-giubba.html

Juanba dijo...

He leído con detenimiento el artículo de Julio Cesar Sosa Lasso, sobre esta ópera. Agradezco vuestro interés señores de Proyecto Sapere Aude. Sin embargo, creo que mi blog y el vuestro, son, de fondo, diferentes. Éste pretende, de un modo que yo denominaría formal, explicar cada una de las óperas relacionadas. El vuestro es diverso y muy personal. Creo que ambos pueden existir y, si acaso, que elija el lector lo que considere más conveniente.

¡Ah! una última cosa. Esta ópera, la tituló el propio compositor, con el nombre de "PAGLIACCI",sin el artículo(I). Se que esto es muy raro en italiano donde siempre sale el artículo para casi todo, pero es así, por tanto, debemos hablar de "PAGLIACCI- PAYASOS" y no de "I PAGLIACCI- LOS PAYASOS". Saludos cordiales