sábado, 11 de junio de 2011

I CAPULETI E I MONTECCHI (Bellini)

I Capuleti e i Montecchi (Capuletos y Montescos)”, nos relata,  aproximadamente, la historia de los llamados “Amantes de Verona”, o, si se prefiere, la de “Romeo y Julieta”.  Acudiendo a la documentación, que siempre guardo como un tesoro, me he dado cuenta que vi por primera vez esta obra belcantista, el 20 de febrero del 2007, en su debut bilbaíno, pues no había sido nunca representada en la villa. Yo tampoco conocía las bellezas melódicas que encierra. Sabía, si, de ciertas partes, por las grabaciones en solitario de algunos cantantes, que se han especializado, en nuestros días, con esta clase de repertorio.

Bellini, para musicalizar ésta ópera, aprovechó todo lo que pudo. Primero, utilizó un libreto no escrito para él expresamente (se trata del “Romeo y Julieta” del compositor Vaccai). Luego, recuperó muchas partes de la música de su malograda “Zaira”, que no había tenido ningún éxito en el estreno. Por si esto fuera poco, hay que añadir el escaso tiempo que tuvo para terminar su tarea: se habla de mes y medio. Es un reducido intervalo, incluso, para aquella época en la que trabajaban rápido. Si unimos, además, que Bellini era muy lento en componer, tendremos una idea aproximada de las vicisitudes por las que tuvo que pasar.

En un primer análisis sosegado de la ópera, teniendo en cuenta su génesis, creo que tranquilamente podíamos pensar en un pastiche. Nada más lejos de la realidad. La crítica es negativa, en cuanto a que no respeta la dramatización original shakesperiana (los muchos personajes que tiene la obra inglesa, quedan reducidos solo a cinco). Otro defecto que suele atribuirse, es que, el héroe de la historia, Romeo, fue escrito para que lo interpretara una mujer disfrazada, con tesitura de mezzosoprano.

De esta manera, el compositor, se aleja bastante de la tradición romántica, que se estaba imponiendo con fuerza, y no permitía ya estos travestismos. Pero esa misma crítica no deja de reconocer que tiene una partitura cautivadora, por la propia música, pero asimismo, los recitativos, los dúos y el dramatismo. Gustó mucho en el estreno veneciano. Aunque no es una ópera que se prodigue mucho en nuestros actuales escenarios, sigue siendo representada.

Pues bien, admitidos todos los cargos contra la ópera y también los aciertos, he de decir que, a mí me engancharon las bellas melodías que la obra contiene, peculiar característica del catanés (éste es un logro único de Bellini, que trasmitió a otros músicos románticos). Yo volvería a destacar, en particular, de “I Capuleti e i Montecchi”, los dúos entre las dos mujeres, es decir, entre “Romeo y Julieta”, de una gran belleza y expresividad, que anticipa, de algún modo, los de “Norma y Adalgisa”.
La producción que se dio en el Euskalduna, fue de la Ópera Nacional de Paris, con dirección escénica de Robert Carsen, un canadiense que debutaba en ABAO. La puesta en escena, fue clásica, con escenarios sencillos que buscaban la sobriedad e incluso el minimalismo. Tan sólo tabiques móviles, una mesa de consejo, unas escaleras, unas sillas, y poco más, ésa era toda la escenografía. Bien, el movimiento escénico, de modo especial, en la lucha de los dos frentes, visto, no de manera directa, sino a través de sombras proyectadas sobre lo que asemejaban muros.  

Destacaba del conjunto el vestuario, clásico, también de la Ópera Nacional de Paris. Dominaba por todas partes el tono rojo y el aspecto era aterciopelado. Con los correspondientes juegos de luz, conformaba un escenario de época, grato de ver. En contrate, se utilizó el color blanco crema para el vestido de Giuletta, como símbolo de pureza. Riccardo Frizza, director italiano bastante conocido en Bilbao, dirigió a la Orquesta Sinfónica de Navarra, con la eficiencia que le caracteriza. Dio un sentido elegiaco a la partitura y hubo buenos momentos musicales del arpa, el clarinete y la trompa.

Una escena de la ópera
El Coro de Ópera de Bilbao, para mi gusto, uno de los mejores coros españoles de ópera, estuvo conforme a lo que nos tiene siempre acostumbrados. En cuanto a los protagonistas, tuvimos uno de excepción: a la acreditadísima, aunque joven, mezzosoprano Daniela Barcelona. Junto con Inva Mula, que sustituía a la proyectada Stefania Bonfadelli, por enfermedad. Sus actuaciones, especialmente en dúos, fueron lo mejor de la tarde. Completaban el reparto, Ismael Jordi, antiguo futbolista, en Tebaldo, que demuestra mucha voluntad; muy buen Capellio el de Giovanni Batistta Parodi; finalmente, Filippo Morace, cumplió con su papel de Lorenzo.

En contra de mi costumbre, he querido haceros partícipes del porqué, una ópera, relativamente poco escuchada, puede llegar a ser, desde hace cuatro años, una de mis favoritas, y por eso, precisamente, la incluyo en mi blog.

EL ARGUMENTO
Capellio, jefe de la casa de los Capuletos, está reunido con las familias más ilustres del clan para tomar venganza por la muerte de su hijo a manos de Romeo. Todos juran revancha por ese homicidio. Tebaldo, sobrino de Capellio y enamorado de Julieta, la hija de éste, anuncia que el clan rival de los Montesco, está preparando un ejército, pero van a enviar antes de nada a alguien para parlamentar.

Escena Final
Capellio anuncia su decisión de rechazar cualquier trato, a pesar de que el médico Lorenzo, intenta favorecer el diálogo aconsejando que se ponga fin al constante derramamiento de sangre. Pero no es escuchado en sus demandas. Tebaldo apoya a Capellio y jura tomar represalias por el asesinato. El viejo, emocionado por lo expresado por su sobrino, promete que se casará con su hija Julieta ese mismo día.

Llega el enviado de los Montesco, que no es otro que el propio Romeo. Solicita del jefe del clan su perdón por la muerte del hijo y quiere ser un nuevo hijo para él, casándose con Julieta. Él anuncia que ya tiene ese hijo en Tebaldo y exige la guerra. Romeo declara que la culpa de la carnicería que, sin duda, va a haber, será de los Capuletos.

En sus aposentos, Julieta se lamenta del matrimonio que le ha sido impuesto pues ama a Romeo. Lorenzo le anuncia el regreso de su enamorado. Por un pasaje secreto se reúne con él. Los dos discuten una posible fuga. Pero la joven no quiere dejar a su padre ni tampoco abandonar Verona.
Romeo
Los Montescos atacan el palacio de los Capuletos para estorbar la boda entre Julieta y Tebaldo. Romeo lamenta que su gente tenga que matarse: sería mejor optar por el diálogo. Él vuelve nuevamente para convencer a Julieta de la huída, pero es descubierto por Capellio quien, con Tebaldo y gente afín, consiguen detenerlo. Pero los Montescos vienen en su ayuda y logran rescatarle.

Julieta, con el ánimo muy decaído, no sabe que partido tomar. Lorenzo entra y le dice que Tebaldo planea llevársela de Verona. Cree que la mejor salida es tomar una poción que actuará para que sea dada por muerta. Provocará en ella un profundo sueño y al despertar, podrán los dos amantes huir.

El inconveniente es que tendrá que estar en la tumba cuando se despierte. Le asegura que para entonces, encontrará a Romeo a su lado. Julieta duda pero, al final, bebe la pócima. Sabiéndose próxima al sueño profundo que imitará su muerte, pide perdón a su padre pero éste no se lo concede. Él ordena que se la lleven. Sospechando de Lorenzo, manda que lo mantengan vigilado en palacio. De este modo le resulta imposible avisar a Romeo de lo que han convenido.

En los jardines del palacio de Capellio y en un lugar apartado, Romeo se extraña de que Lorenzo no haya acudido a darle noticias de Julieta. Le descubre Tebaldo y comienzan un combate a muerte con las espadas. Pero el duelo queda interrumpido por la llegada del cortejo fúnebre de la supuesta difunta Julieta.

Romeo se desespera. Accediendo a sus ruegos, lo dejan sólo ante la tumba. Toma un veneno y se dispone a morir allí. Entonces despierta Julieta y ve como su amado está expirando por el bebedizo que ha tomado. No puede hacer nada pues no disponen de ningún antídoto. Julieta decide entonces que debe morir con él.

Pide un poco del veneno pero se ha consumido todo. Cuando expira Romeo, ella cae exangüe sobre la tumba. Llegan los Capuletos y todos acusan a Capellio de ser el culpable de las dos muertes por su intransigencia.

EL COMPOSITOR
Vincenzo Bellini
La trayectoria vital de Bellini, fue trágicamente muy breve, pero está vinculada al estilo de vida romántico y apasionado de los artistas del siglo XIX. Su personalidad conjugaba la pasión y la exaltación, con la melancolía y aún con el pesimismo. No en vano dedicó toda su producción a la ópera seria. Carecía del humor chispeante de un Rossini o Donizetti.

Puede decirse que su arte reside en “el acento tierno y elegíaco de una melodía infinitamente larga y bella” a la que resultaría extraño cualquier ropaje distinto del que el propio compositor estableció. Así pues, dicho en una sola palabra, la gran aportación de Bellini a la ópera fue la “expresividad”. A esto hay que añadir una rebosante pasión romántica y una profunda sensibilidad. Ejerció gran influencia tanto en compositores líricos (Verdi, Wagner) como instrumentales (Chopin, Liszt).

Siempre se ha hablado de la armonía y la orquestación en la obra belliniana. Han sido criticadas inútilmente pues ambas deben aceptarse en función de un estilo personalísimo. Como ejemplo se pone siempre el de Bizet, que en sus años de conservatorio, quiso rehacer “Norma”. Después de haber recompuesto el primer acto, abandonó el trabajo: aquello era muy superior al original, pero resultaba extraño y ajeno al clima general de la obra.

La principal razón de ser de la música del compositor es el canto. Este canto, solo es exhibición de potencia vocal y habilidades técnicas en pasajes estáticos, cuando al clima contemplativo le conviene. Pero nunca interrumpe el desarrollo dramático. Rompe con el principio de que, por encima de todo, estaba la ornamentación.

LA GÉNESIS
A mediados de diciembre de 1829, Bellini se dirigió a Venecia para supervisar la escenificación de una obra suya, en la temporada que estaba a punto de iniciarse. Por aquel entonces, este compositor no era más que un valor emergente con dos óperas (“Il pirata” y “La Straniera”) que habían sido estrenadas en La Scala, ambas con mucho éxito. Creador de un nuevo estilo de gran intensidad dramática y pasional, logró demostrar su capacidad a la hora de satisfacer las expectativas de la gente que llenaba los teatros. En Venecia nunca se habían estrenado óperas del catanés y por eso el público esperaba impaciente.
Contratado por La Fenice, se iba a encargar de adaptar su ópera “Il Pirata” a la compañía local de canto. Después sería el turno de Pacini, quien se había comprometido a escribir un nuevo estreno. Pero debido a sus muchos compromisos, este último compositor no pudo cumplir el contrato. La dirección de La Fenice, cuando confirmó que no tenía ópera para su teatro, comenzó a presionar a Bellini para que la compusiera. Según los planes debía ser presentada el 23 de febrero de 1830. Tenían escasamente dos meses para hacer la música.

El siciliano, que detestaba trabajar con prisas y temía que la ópera fracasara por eso, eludió, en principio, el encargo. Pero las mejores familias venecianas ejercieron mucha presión sobre el asunto y él, que mantenía con ellos excelentes relaciones, se vio obligado a aceptar. Escribir una ópera en tan poco tiempo, no era una tarea fácil. El músico contaba con aligerarse el trabajo usando un libreto ya preparado y empleando parcialmente  música ya compuesta. Para los versos, se puso de acuerdo con Felice Romani: adaptarían el “Romeo y Julieta” de Vaccai. En cuanto a la música, aprovecharían parte de la anterior “Zaira”, que los venecianos no conocían y que fue un fracaso en su debut del Teatro Ducale de Parma.

Romeo y Julieta
Ciertos historiadores afirman que el libreto de Vaccai, del que “I Capuleti e i Montecchi” aprovechó el texto, reformándolo, no está basado en William Shakespeare. Hay una razón importante: la obra del dramaturgo inglés no era entonces suficientemente conocida en Italia. Parece que ni Bellini ni Romani sabían de la obra. De ser así, es de suponer que, para el libreto inicial, se basaran en fuentes originales que datan del siglo XVI, utilizadas también por el comediógrafo anglosajón: una narración de Luigi Da Porto y una novela de Matteo Bandello.

Se calcula que esta ópera mantuvo ocupado a Bellini entre el 20 de enero y el 3 de marzo de 1830. El esfuerzo fue grande según lo atestiguan cartas dirigidas, una a Giudita Turina (“Me afano de la mañana a la noche y será un milagro si logro acabarla sin enfermar”) y otra a Lamperi (“Estoy completamente agotado. Solo la idea de terminarla en un mes, me confunde, es mi cruel martirio”). El problema principal de su cansancio y tensión nerviosa residía en que no estaba reutilizando música ya escrita, sino que la modificaba profundamente, sometiéndose a un agotador proceso de autentica recreación. Si el material melódico procedía en gran parte, como ya se ha dicho, de la malograda “Zaira”, también recurrió a “Adelson e Salvini”, obra con la que se había despedido del conservatorio. Al cabo de mes y medio de intenso trabajo, la nueva ópera quedó terminada.

El 23 de febrero se iniciaron los ensayos y subió al escenario de La Fenice de Venecia, la noche del 11 de marzo de 1830. Fue acogida calurosamente por el público veneciano. Los periódicos reseñaron el acto como “el éxito más espectacular y afortunado”, “aclamaciones y aplausos sin fin al principio, en la mitad y al final de cada acto” y “fragmentos llenos de gran belleza, de ideas novedosas, de canto y de perfecta armonía”. Al concluir la tercera representación, el compositor fue acompañado a casa a la luz de las antorchas y al son de una banda militar que entonaba piezas favoritas de sus obras. Tras el estreno veneciano, “I Capuleti e I Montecchi”, se integró rápidamente en el circuito teatral italiano y extranjero. Incluida en el repertorio habitual de los teatros, fue, en el siglo XIX, una de las más representadas.

A finales de 1830, inauguró la temporada de carnaval del Teatro alla Scala de Milán. Para este estreno, Bellini tuvo que modificar el papel de Julieta, que inicialmente estaba escrito para soprano, cambiándolo a una tesitura de mezzosoprano. El compositor no quedó satisfecho con los cambios. Gracias a los circuitos empresariales, la ópera incrementó su difusión, alcanzando a todos los teatros principales y secundarios de la península itálica.

Llegó,  traducida a varias lenguas, a todos los países europeos en los que se representaban óperas italianas. En torno a los años cuarenta del siglo XIX, la obra alcanzó lugares remotos, como La Habana, Ciudad de Méjico, Nueva Orleáns, Río de Janeiro, Buenos Aires, etc. En cuanto a cantantes hay que decir que unieron su nombre al de la ópera, todos los más importantes de los años treinta y cuarenta del siglo XIX.

Ya en el XX, en 1930 se representó en Catania, con motivo del centenario de la muerte de Bellini, y, posteriormente, en los años cincuenta, en La Scala dirigida por Abbado, con Jaime Aragall en el papel de Romeo, lo que motivó un cierto escándalo. Hoy en día puede decirse que sigue estando en el repertorio habitual de los teatros, aunque no se prodiga demasiado. En sus primeros años, Santina Ferlotti y luego María Calibran, introdujeron la costumbre de sustituir el último cuadro de la ópera por el de Nicolà Vaccai, costumbre que persistió durante prácticamente todo el siglo XIX. La razón hay que buscarla en que la escena de Vaccai, era muy lucida vocalmente para las cantantes. En cambio el final belliniano, es conciso y no permite finales belcantistas. Hoy lógicamente, se ha vuelto a la obra original.

LA ÓPERA
Al lado de “Norma”, “I Puritani”, “La Sonnambula” y si acaso  Beatrice di Tenda”, la obra de la que nos estamos ocupando (“I Capuleti e i Montecchi”), quizás pueda producir la sensación de ser una ópera menor y, por tanto, a olvidar por el gran público. Una partitura como ésta, no debe nunca olvidarse aunque sea del período inicial del autor. Su música se eleva por encima de lo convencional del libreto y expone emocionantes líneas melódicas, llenas de pasión. Algunos fragmentos son precursores de las futuras grandes composiciones líricas del autor. Por último añadir, que para aquel que no la conozca, representa, a mí entender, un aliciente más para su escucha.

En “I Capuleti e I Montecchi”, Bellini atenúa el estilo árido y la declamación rigurosa de “La Straniera”, para volver a un modo melódico, a una efusión lírica, con aires suaves y seductores, que se adaptan muy bien a la trágica historia. La música se acompaña con un canto altamente expresivo, una atención extrema hacia el texto y una instrumentación equilibrada, destinada a conceder el máximo relieve a la voz. Los momentos líricos divididos claramente en arias y recitativos, quedan encajados con habilidad, en escenas más amplias, en las que introduce preludios instrumentales e intervenciones corales. Por eso se dice que conserva elementos del belcanto previo al romanticismo. Otra característica de la ópera es el empleo de una mezzosoprano travestida en un papel de hombre, el de Romeo. Se consideraba más apropiada para la transmisión de los sentimientos amorosos.

LOS PERSONAJES
Romeo, Julieta y Tebaldo, los personajes principales, aparecen en escena, cada uno, con su aria de salida, que los define desde el punto de vista emotivo y psicológico y sitúa el marco del drama, antes de que la acción aborde el nudo de la historia. En su creación, Bellini se dejó llevar por la estética belcantista: voces ligeras en los papeles masculinos,  como Tebaldo, y una voz de carácter para Romeo representado por una mujer con ropas de hombre.
  1.  Romeo, jefe de los Montescos, enamorado de Giulieta. Escrito para mezzosoprano de coloratura, disfrazada de hombre. Requiere flexibilidad y extensión.
  2. Giulieta, hija de Capellio, obligada por su padre a renunciar a Romeo para casar con Tebaldo. Soprano de coloratura de papel ornamentado y difícil.
  3. Tebaldo, sobrino de Capellio y primo de Giulieta, con quien la quiere casar su tío. Tenor ligero de tesitura aguda.
  4. Capellio, padre de Giulieta y jefe de la casa de los Capuletos. Papel para bajo.
  5. Lorenzo, médico de la familia Capuleto, no es ni sacerdote ni monje, como es habitual encontrarlo en la versión shakesperiana. Papel para bajo.
FRAGMENTOS DESTACADOS

  1. Obertura: de las denominadas “popurrí”, porque anticipa melodías que posteriormente oiremos en la ópera. Las orquestas sinfónicas la interpretan bastante habitualmente en sus conciertos.
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  1. Aria: Tebaldo. È serbata a questo acciaro (Está reservada a esta espada)”. Se trata de la salida a escena de este personaje, en la que demuestra su sed de venganza. Encuadrada en una amplia exposición con coro que contiene recitativo, aria y cabaletta. No se graba completa por ser demasiado extensa. Aquí oiremos solamente el aria propiamente dicha, que es de una  considerable dificultad. El competidor de Romeo se extasía en la venganza y en casarse con Julieta.
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  1. Cabaletta: Tebaldo con coro. L’amo tanto, e m’è si cara (La amo tanto y me es tan querida)”. Segunda parte del aria anterior. Tebaldo quiere demostrar cuanto ama a Julieta. Es contestado por Capellio, Lorenzo y los jefes de las distintas familias del clan. Al final, acaban todos en un gran concertante, con mucho sabor belliniano.
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  1. Aria: Romeo. “Ascolta. Si Romeo t’uccise un figlio (Escuchad, si Romeo te mató a un hijo)”. Para presentar a Romeo por primera vez, el compositor sigue el mismo procedimiento en tres partes ya descrito, es decir: Recitativo, Aria y Cabaletta. De considerable extensión, nos remitimos aquí solo al aria. Ofrecimiento de paz de los Montescos a los Capuletos. Delicado fragmento,  con intensidad dramática, cantado, como se ha ya repetido, por una mezzosoprano disfrazada de hombre.
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  1. Cabaletta: Romeo y Coro. La tremenda ultrice spada (La terrible espada vengadora)”. Segunda parte del aria anterior. La propuesta de paz de los Montescos, es rechazada. Todos se aprestan a la guerra. Termina el fragmento en otro gran concertante de mucha tensión.
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  1. Recitativo y Aria: Julieta. Toca el turno a la soprano investida de joven enamorada. Esta bellísima aria es precedida en el recitativo de un solo de trompa y en el aria se acompaña con el arpa. Las coloraturas son considerables y la pieza es de una dificultad grande.
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  1. Dúo: Romeo y Julieta. “Ah, crudel, ognor ragioni (Ah cruel hablas de honor)”. Primera parte del dúo de la pareja. Inicialmente, cada uno canta su papel por separado. Luego se funden las voces en una arrebatadora melodía. Él quiere huir de Verona pero la joven no puede dejar a su padre.
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  1. Dúo: Cabaletta. Vieni, ah, in me riposa (Ven, eh, confía en mí)”. Segunda parte del apasionado dúo de los protagonistas. La combinación de voces entre una mezzosoprano y una soprano, suscitó la admiración de un espectador como Berlioz, que después de verla en Florencia, declaró: “Estas dos voces vibrando juntas como si fuesen una sola, símbolo de la unión perfecta, confieren a la melodía una fuerza extraordinaria”. Y eso que este compositor era poco aficionado al maestro de Catania.
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  1. Coro de Capuletos: “Lieta notte, avventurosa (Feliz noche venturosa)”. Intervención en solitario del Coro a ritmo de baile cortesano, danzado por un ballet. Festejan la futura boda de Julieta con su primo Tebaldo. El texto nos indica que “después de unos días malditos, llega la alegría del himeneo”.
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  1. Primer final: “Se ogni speme (Si toda esperanza)”. El amplio final del primer acto es justamente famoso. Los dos amantes cantan al unísono una larga, sugestiva y vehemente  melodía. Son contestados por Tebaldo, Capellio y el Coro. Mientras que los enamorados se lamentan de que no van a poderse ver más que en el cielo, los Capuletos claman venganza y Lorenzo trata de contenerlos.
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  1. Preludio Acto II: Breve interludio orquestal con un solo de violonchelo que no se puede uno perder.
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  1. Final: Aria de Romeo. “Tu sola, o mia Giulietta”. No es exactamente el final de la obra sino un poco anterior, cuando él toma el veneno antes de que despierte Julieta. Es un fragmento lamentoso, recordando a su amada a la que espera pueda ver en el más allá. Compuesta de recitativo y aria (Deh, tu bell’anima- Ah, tu bella alma), tiene unos tintes dramáticos innegables.
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DISCOGRAFÍA
Nos inclinamos por este AUDIO:

I Capuleti e I Montecchi - Vincenzo Bellini 
Año de grabación.......... 1975
Director.................Giuseppe Patané
Giulietta...............  Beverly Sills 
Romeo ................  Janet Baker 
Tebaldo ..............  Nicolai Gedda 
Capellio  .............. Robert Lloyd 
Lorenzo  .............. Raimund Herinckx 
Orquesta: New Philarmonia
Coro: John Alldis Choir
Grabado en estudio

Con este VÍDEO

I Capuleti e I Montecchi - Vincenzo Bellini 
Año de producción............  2005
Director.................. Luciano Acocella
Giulietta ................  Patrizia Ciofi 
Romeo ..................  Clara Polito 
Tebaldo .................  Danilo Formaggia 
Capellio ..................  Franca Sacchi 
Lorenzo  .................. Nicola Amodio 
Orquesta: Internazionale d´Italia
Coro: Bratislava Chamber Choir
Grabado en directo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por tan excelentes comentarios del autor de la crítica!!! Tengo el DVD, excelente!
vict