Como viene siendo ya habitual, antes de comentar la ópera que nos ocupa, vamos con un pequeño chascarrillo y una anécdota relacionados con ella y que esta vez tiene que ver con el Teatro Coliseo Albia de Bilbao.
Creado inicialmente como Teatro-Circo, de ahí le viene su primer nombre, el segundo se refiere a la zona en la que está ubicado. Fue el teatro de más capacidad de la villa (2.530 espectadores) y uno de los de mayor aforo en la España de entonces.
Es de estilo ecléctico con dos pisos de entrada independiente. La edificación se debe al arquitecto Pedro de Asua. Fue inaugurado el 23 de diciembre de 1916 con Otello, la ópera de Verdi, a la que siguió una temporada estable con variedad de títulos.
Allí se estrenó la ópera “Amaya” (1920) de Jesús Guridi. La otra ópera del músico alavés, afincado durante muchos años en Bilbao, es “Mirentxu” (1915), que hizo también su debut en el bocho pero en un teatro, el antiguo Campos Elíseos, que fue demolido, ocupando su espacio el Coliseo Albia.
Al crearse la ABAO (Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera) en 1953, casi todas sus funciones se han realizado en este teatro- más que nada por su capacidad-, hasta que en 1999 se inauguró el Palacio Euskalduna, siendo la primera temporada de ABAO, en el nuevo teatro, la correspondiente al 2000/2001.
El Coliseo Albia tenía la ventaja de su mayor número de espectadores pero los inconvenientes eran muchos referidos a: escenario, foso de orquesta y deterioro acusado del edificio, últimamente casi en estado de ruina.
Sólo podían traerse montajes sencillos y la mayor parte de las veces, por necesidades de espacio en el palco escénico, no se podían poner en su totalidad.
Así mismo quedaba descartado el arriesgarse con una ópera de instrumentación compleja (por ejemplo la “Salomé” de Strauss), no sólo porque sería mal recibida por el público, que también, sino por que sencillamente no cabían los profesionales en el foso de orquesta
Esto obligaba a un repertorio de ópera fundamentalmente italiana. En una estadística que realicé el año 2001 con motivo del centenario de la muerte de Verdi y basándome en los anuarios de la asociación, resultó que el 34 % de las 523 representaciones en la vida de la ABAO hasta entonces, eran óperas del maestro de Busetto y que en ese momento existían por el mundo en cartel o a punto de estarlo, 783 funciones de títulos de ese autor. No pude conseguir, es obvio, el total de óperas representadas en el mundo, pero imagino guardará parecida proporción.
Para los amantes de las estadísticas, comento que las más de las más, es decir el top de las listas en ABAO es: 1.- Rigoletto, 2.-Trovatore, 3.- Igualdad para Aida, La Boheme y Tosca 4.- Traviata, 5.- Igualdad para Carmen y Nabucco. Hoy en día hay una cierta renovación en el repertorio incluyendo óperas alemanas y óperas del siglo XX.
Es difícil de creer, pero es rigurosamente cierto, esta asociación es la única capaz de mantener una temporada estable durante tanto tiempo y trayendo a figuras de primer orden, que, por citar algunas distribuidas por cuerdas, son:
1.-Sopranos: Caballé, D’Angelo, Freni, Scotto, Tebaldi y Callas.
2.- Mezzosopranos: Cossotto, Horne, Larmore, Simionato, Valentíni Terrani y Zajick.
3.- Tenores: Aragall, Bergonzi, Carreras, Corelli, Del Monaco, Domingo, Kraus, Lavirgen y Pavarotti.
4.- Barítonos: Ausensi, Bastianini, Bruson, Cappuccili, Mac-Neill Manuguerra y Sardinero.
5.- Bajos: Catania, Ghiaurov, Miles, Montarsolo, Raimondi y Rosi-Lemeni.
Queda uno acongojado ante tanto nombre ilustre y que hayan venido a cantar a Bilbao con los escasos medios de los que entonces se disponía. Por eso está tan acreditada podíamos decir que en el mundo aunque sea un poco bilbainada.
Bien, desarrollado el chascarrillo, que ha salido demasiado extenso, vamos con la anécdota que, por el contrario, es muy breve. Los distintos responsables de escena en el Coliseo Albia no sabían que hacer para “estirar” el escenario y, por eso, en algunas ocasiones invadían los pasillos laterales y centrales del patio de butacas para subir luego al escenario.
Es decir, los actores, generalmente el coro, no salían directamente sino a través del patio de butacas.
Tal es el caso de una función que yo visualicé de “L’elisir d’amore”, en la que Dulcamara, el charlatán por excelencia, venía vendiendo su mercancía que traía en un cestillo. Mientras cantaba su aria, iba regalando botellines de vino de Rioja a los espectadores del pasillo central de butacas. No eran muestras, no, eran esas botellas que sacan en los restaurantes para un solo comensal. Y como precisamente yo estaba en el lugar adecuado, recibí una. Me hizo gran ilusión hasta el punto de que todavía la conservo.
ARGUMENTO
La acción se desarrolla en una aldea de Italia, a finales del siglo XVIII.
Nemorino, joven melancólico, ingenuo y analfabeto, está enamorado de Adina, que sólo le transmite indiferencia pero procura, siempre que puede, excitar los celos del muchacho.
Una tarde, en un descanso de las labores campestres, la coqueta Adina lee a los aldeanos la historia de Tristán e Isolda. Nemorino se queda con el tema de que los dos amantes utilizaron un filtro de amor y él piensa en conseguir uno para aplicarlo a su adorada.
Llega al pueblo un batallón de soldados al mando del sargento Belcore y, con halagos y requiebros, enseguida se hace amigo de nuestra heroína hasta el punto de proponerle matrimonio. Ella le sigue el juego con gran desesperación de Nemorino
En sus viajes por el país, arriba a la villa un charlatán de feria llamado Dulcamara que vende el bálsamo de Fierabrás, es decir un licor que lo cura todo. Los lugareños se disponen a comprarlo pues tiene muy buen precio y hace milagros.
Llega Nemorino y pregunta al embaucador doctor por el elixir de la reina Isolda. Dulcamara no le entiende al principio pero al darse cuenta de las pocas luces de nuestro héroe, le endosa una botella de vino de Burdeos al precio de todo el dinero que lleva.
El aldeano se pasea orgulloso bebiendo su botella y pensando que pronto será suya la rica heredera. Este hecho irrita todavía más a Adina, que por despecho anuncia su casamiento inminente con Belcore.
El joven, preso de celos, pide al charlatán una nueva dosis. Por no tener dinero, se alista en el ejército como soldado, con lo cual, gana al instante veinte escudos que los invierte en licor y coge una buena borrachera.
Las muchachas del pueblo se enteran que Nemorino ha heredado una gran fortuna de su fallecido tío y lo persiguen; él lo atribuye a la eficacia milagrosa del elixir.
Adina, que nada sabía de esto, al verlo rodeado de mujeres y atrapado en el júbilo que le proporciona el “filtro", se siente descorazonada al creer que él la ha olvidado.
Entonces, Dulcamara le explica que logró engañar a Nemorino con la historia del elixir y que ha vendido su libertad para conseguir más dinero. En este momento, Adina reflexiona sobre lo cruel que ha sido siempre con nuestro protagonista, comprende, finalmente, cuánto le ama, y se enternece por la fidelidad y la pasión del muchacho. Lo primero que hace es comprar el boleto de reclutamiento de nuestro aldeano.
Después, Adina deshace su compromiso para casarse con Nemorino. Belcore, herido en su orgullo, responde que tiene a su alcance todas las mujeres que quiera y Dulcamara declara que la situación es debida a su prodigiosa poción mágica.
LA ÓPERA
Donizetti con el estreno de “Anna Bolena” en 1830, había conseguido su primer éxito rotundo, consolidando su fama de operista y situándose a la misma altura de Bellini. Más tarde, con la muerte prematura del siciliano (1835), se convirtió en el compositor italiano más admirado y mejor pagado de su tiempo.
Entre su primer triunfo y la ópera que nos ocupa, transcurrieron dos años en los que compuso nada menos que cinco óperas, sin que ninguna de ella llegara a ser importante. Tenía pues verdadera urgencia en reivindicar su fama.
Ese fue el motivo principal para que el compositor aceptara el encargo de Alessandro Lanari del “Teatro della Canobbiana” de Milán. Este empresario estaba al borde de la ruina y necesitaba urgentemente una nueva ópera para su temporada de primavera.
Así que “L’elisir d’amore” nace de la necesidad de un compositor de recuperar su prestigio y la de un empresario en mejorar su situación financiera.
La leyenda habla de que el encargo se realizó con una antelación de dos semanas, pero parece que es una exageración de la esposa del libretista en su biografía sobre su marido. Lo más probable es que dispusieran de algo más de un mes para completar la ópera.
De todos modos, Donizetti estaba acostumbrado a componer rápido, como lo demuestra una carta dirigida al músico Sacchero en 1843, de la que extractamos: “¿Sabes cual es mi lema? ¡Rápido! Tal vez sea reprobable, pero todo lo bueno que he hecho lo he hecho siempre rápidamente. Y muchas veces me reprochan descuido precisamente en las cosas que más tiempo me han llevado”.
El argumento no parecía que diera mucho de sí: Un tímido campesino enamorado, una coqueta rica que le quiere hacer sufrir, un charlatán de feria verboso y embaucador y un sargento jactancioso y perdonavidas.
Y sin embargo de este elemental planteamiento surgió una de las óperas más importantes del género cómico, una ópera bufa muy particular, con ribetes de romanticismo sentimental. Una obra en la que encontramos mucho oficio, inspiración y música de primera calidad.
El libretista fue Felice Romani, uno de los autores de teatro musical más prestigioso de entonces. El punto de partida del escritor fue un libreto escrito por Scribe para el músico francés Auber, titulado “Le filtre” (1831) y otra obra anterior sobre el mismo tema de Silvio Malaperta (Il filtro).
Pero Romani no se limitó a un simple rehacer de sus fuentes sino que le insufló unos toques de ternura y sensibilidad a los dos personajes principales que hacen que esta obra no pueda encuadrarse sin matices en el género bufo.
Gracias a la música de Donizetti pero también a los versos de Romani, hay en las melancólicas expresiones de amor, unos visos de autenticidad y apasionamiento, que hacen a la obra trascender los estrechos límites de lo bufo hacia lo que podríamos llamar comedia sentimental.
La fecha del estreno se fijó para mediados de mayo y el compositor no las tenía todas consigo respecto a los cantantes, como indica en una carta a Romani: “Se espera algo bueno amigo mío. Tenemos a una “prima donna” alemana, un tenor que tartamudea, un bajo que tiene voz de cabra y un bajo francés que no vale mucho que se diga.
La obra se estrenó el 12 de mayo de1832 con un notable éxito tanto de público como de crítica. En muy poco tiempo consiguió una gran popularidad en Italia y un año más tarde se representó en el extranjero.
Para terminar, conozcamos la opinión de Giuliano Donati-Petténi en su monografía sobre el compositor: “L’elisir d’amore es una voluptuosa sucesión de sonidos que hacen de esta ópera, surgida por una rara y feliz coincidencia, una flor única en su especie. Todo en ella es preciso, limpio y sereno, como un cielo sin nubes en una mañana de verano”.
LOS PERSONAJES
Nemorino, concebido para voz de tenor lírico, no presenta dificultades respecto al registro pero es complejo en matices expresivos que deben ser ricos y variados.
En lo dramático es un caso único en toda la historia de la ópera pues en ningún género encontramos un protagonista tan antihéroe como este. Es crédulo, simple, atolondrado, buena persona, pero no por principios sino por pura incapacidad intelectiva para ser malvado. El pobre campesino no piensa, sólo siente.
Es un ser tan desvalido que despierta una tierna compasión. Los dos autores fueron benévolos con él ya que, aunque explotan los aspectos cómicos del personaje, nunca dejan de lado su vertiente sentimental, melancólica y sufriente, que es la que acaba imponiéndose en el público.
Adina, escrita para soprano lírica, debe poseer una excelente agilidad y notable capacidad para la coloratura. Es el papel más difícil de la obra por sus agudos, adornos y saltos interválicos.
Se la describe como rica, espabilada, desenvuelta, bella y bastante voluble pues disfruta encendiendo la pasión masculina, conociendo todos los recursos para conquistar a los hombres.
Dulcamara, tanto por su registro como por el tipo de canto y psicología, es un espléndido papel para un buen bajo bufo que posea una fácil articulación y notables recursos dramáticos.
Es un avispado charlatán de feria, embaucador impenitente, que siempre es bien recibido por los ingenuos campesinos de los villorrios en donde ejerce su oficio. Sus inocuas pociones que son inofensivas, actúan por autosugestión de quienes las toman.
Belcore es un rol para voz de barítono. Por su condición de militar, se ve obligado a cantar en ritmos de clara inspiración castrense. Su intervención no presenta grandes oportunidades de lucimiento.
En la ópera bufa, que inicialmente iba destinada a las clases modestas, no eran bien vistos los militares, leguleyos, picapleitos y funcionarios que, a menudo, eran ridiculizados en este tipo de obras.
Así sucede con Belcore, sargento pagado de sí mismo, bravucón y orgulloso. Presume de mujeriego aunque en la mayor parte de los casos no pasa de impertinente. Su misión en la ópera es ser el desencadenante de la acción.
FRAGMENOS DESTACADOS
Pasemos a recordar los grandes momentos de esta ópera singular:
1.- Cavatina de Nemorino: “Quanto è bella- (Que bella es)”. Tras una breve y alegre intervención coral, se presenta nuestro antihéroe preludiado por los instrumentos de madera y suavemente mecido por los de cuerda, en un aria en la que describe su enamoramiento y su incapacidad intelectual.
2.- Cavatina de Adina: “Della crudele Isotta- (De la cruel Isolda)”. Se inicia sobre un ritmo de vals lento que confiere un suave matiz irónico a sus palabras. Un segundo tema, rítmicamente más marcado, será repetido por el Coro. El final incluye unas espectaculares vocalizaciones.
3.- Dúo Adina y Nemorino: “Chiedi all’aura lusinghiera- (Pide a la brisa juguetona)”. El dúo es comenzado por la soprano sobre una bella línea melódica con ornamentaciones. Tras un breve diálogo el tenor inicia su canto semejante al tema anterior. La segunda parte es más rápida y brillante y concluye con ágiles vocalizaciones.
4.- Cavatina de Dulcamara: “Udite, o rustici (Oid campesinos)”. Es esta la oportunidad de lucimiento para el doctor charlatán. Esta retahíla de palabras huecas es, sin duda, una de las piezas más joviales, jugosas y de mayor envergadura que la ópera cómica haya creado para un bajo bufo.
5.- Romanza de Nemorino: “Una furtiva lagrima”. Con su fino instinto teatral, Donizetti se dio cuenta que el momento más propicio para incluir la gran aria del tenor, era cuando éste se marcha del pueblo a cumplir con la milicia. Desoyendo la opinión de Romani que no juzgaba una pieza solista en ese punto, el compositor la colocó aquí y es el número más conocido de la ópera y una de las joyas indiscutibles del repertorio belcantista para su cuerda.
DISCOGRAFÍA
Me han hecho la petición de incluir, por lo menos, un audio y un video por cada ópera. Difícil papeleta pues interviene el gusto personal y no quiero herir susceptibilidades de ningún tipo. Téngase pues en cuenta que es mi gusto personal y nada más. Quizás haya mejores pero para mí son éstos:
AUDIO
L’elisir d'amore - Gaetano Donizetti
Año de Grabación: 1966
Director.........Francesco Molinari-Pradelli
Adina.......... Mirella Freni
Nemorino.... Nicolai Gedda
Belcore....... Mario Sereni
Dulcamara.. Renato Capecchi
Orquesta...... Ópera de Roma
Coro………… Ópera de Roma
Grabado en estudio
Emi
VIDEO
L'elisir d'amore - Gaetano Donizetti
Año de grabación: 1992
Director…….............James Levine
Adina…................. Kathleen Battle
Nemorino.............. Luciano Pavarotti
Belcore................. Juan Pons
Dulcamara............ Enzo Dara
Giannetta.............. Korliss Uecker
Orquesta................. Metropolitan Opera
Coro………………... Metropolitan Opera
Grabado en directo Deutsche Grammophon
Creado inicialmente como Teatro-Circo, de ahí le viene su primer nombre, el segundo se refiere a la zona en la que está ubicado. Fue el teatro de más capacidad de la villa (2.530 espectadores) y uno de los de mayor aforo en la España de entonces.
Es de estilo ecléctico con dos pisos de entrada independiente. La edificación se debe al arquitecto Pedro de Asua. Fue inaugurado el 23 de diciembre de 1916 con Otello, la ópera de Verdi, a la que siguió una temporada estable con variedad de títulos.
Allí se estrenó la ópera “Amaya” (1920) de Jesús Guridi. La otra ópera del músico alavés, afincado durante muchos años en Bilbao, es “Mirentxu” (1915), que hizo también su debut en el bocho pero en un teatro, el antiguo Campos Elíseos, que fue demolido, ocupando su espacio el Coliseo Albia.
Al crearse la ABAO (Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera) en 1953, casi todas sus funciones se han realizado en este teatro- más que nada por su capacidad-, hasta que en 1999 se inauguró el Palacio Euskalduna, siendo la primera temporada de ABAO, en el nuevo teatro, la correspondiente al 2000/2001.
El Coliseo Albia tenía la ventaja de su mayor número de espectadores pero los inconvenientes eran muchos referidos a: escenario, foso de orquesta y deterioro acusado del edificio, últimamente casi en estado de ruina.
Sólo podían traerse montajes sencillos y la mayor parte de las veces, por necesidades de espacio en el palco escénico, no se podían poner en su totalidad.
Así mismo quedaba descartado el arriesgarse con una ópera de instrumentación compleja (por ejemplo la “Salomé” de Strauss), no sólo porque sería mal recibida por el público, que también, sino por que sencillamente no cabían los profesionales en el foso de orquesta
Esto obligaba a un repertorio de ópera fundamentalmente italiana. En una estadística que realicé el año 2001 con motivo del centenario de la muerte de Verdi y basándome en los anuarios de la asociación, resultó que el 34 % de las 523 representaciones en la vida de la ABAO hasta entonces, eran óperas del maestro de Busetto y que en ese momento existían por el mundo en cartel o a punto de estarlo, 783 funciones de títulos de ese autor. No pude conseguir, es obvio, el total de óperas representadas en el mundo, pero imagino guardará parecida proporción.
Para los amantes de las estadísticas, comento que las más de las más, es decir el top de las listas en ABAO es: 1.- Rigoletto, 2.-Trovatore, 3.- Igualdad para Aida, La Boheme y Tosca 4.- Traviata, 5.- Igualdad para Carmen y Nabucco. Hoy en día hay una cierta renovación en el repertorio incluyendo óperas alemanas y óperas del siglo XX.
Es difícil de creer, pero es rigurosamente cierto, esta asociación es la única capaz de mantener una temporada estable durante tanto tiempo y trayendo a figuras de primer orden, que, por citar algunas distribuidas por cuerdas, son:
1.-Sopranos: Caballé, D’Angelo, Freni, Scotto, Tebaldi y Callas.
2.- Mezzosopranos: Cossotto, Horne, Larmore, Simionato, Valentíni Terrani y Zajick.
3.- Tenores: Aragall, Bergonzi, Carreras, Corelli, Del Monaco, Domingo, Kraus, Lavirgen y Pavarotti.
4.- Barítonos: Ausensi, Bastianini, Bruson, Cappuccili, Mac-Neill Manuguerra y Sardinero.
5.- Bajos: Catania, Ghiaurov, Miles, Montarsolo, Raimondi y Rosi-Lemeni.
Queda uno acongojado ante tanto nombre ilustre y que hayan venido a cantar a Bilbao con los escasos medios de los que entonces se disponía. Por eso está tan acreditada podíamos decir que en el mundo aunque sea un poco bilbainada.
Bien, desarrollado el chascarrillo, que ha salido demasiado extenso, vamos con la anécdota que, por el contrario, es muy breve. Los distintos responsables de escena en el Coliseo Albia no sabían que hacer para “estirar” el escenario y, por eso, en algunas ocasiones invadían los pasillos laterales y centrales del patio de butacas para subir luego al escenario.
Es decir, los actores, generalmente el coro, no salían directamente sino a través del patio de butacas.
Tal es el caso de una función que yo visualicé de “L’elisir d’amore”, en la que Dulcamara, el charlatán por excelencia, venía vendiendo su mercancía que traía en un cestillo. Mientras cantaba su aria, iba regalando botellines de vino de Rioja a los espectadores del pasillo central de butacas. No eran muestras, no, eran esas botellas que sacan en los restaurantes para un solo comensal. Y como precisamente yo estaba en el lugar adecuado, recibí una. Me hizo gran ilusión hasta el punto de que todavía la conservo.
ARGUMENTO
La acción se desarrolla en una aldea de Italia, a finales del siglo XVIII.
Nemorino, joven melancólico, ingenuo y analfabeto, está enamorado de Adina, que sólo le transmite indiferencia pero procura, siempre que puede, excitar los celos del muchacho.
Una tarde, en un descanso de las labores campestres, la coqueta Adina lee a los aldeanos la historia de Tristán e Isolda. Nemorino se queda con el tema de que los dos amantes utilizaron un filtro de amor y él piensa en conseguir uno para aplicarlo a su adorada.
Llega al pueblo un batallón de soldados al mando del sargento Belcore y, con halagos y requiebros, enseguida se hace amigo de nuestra heroína hasta el punto de proponerle matrimonio. Ella le sigue el juego con gran desesperación de Nemorino
En sus viajes por el país, arriba a la villa un charlatán de feria llamado Dulcamara que vende el bálsamo de Fierabrás, es decir un licor que lo cura todo. Los lugareños se disponen a comprarlo pues tiene muy buen precio y hace milagros.
Llega Nemorino y pregunta al embaucador doctor por el elixir de la reina Isolda. Dulcamara no le entiende al principio pero al darse cuenta de las pocas luces de nuestro héroe, le endosa una botella de vino de Burdeos al precio de todo el dinero que lleva.
El aldeano se pasea orgulloso bebiendo su botella y pensando que pronto será suya la rica heredera. Este hecho irrita todavía más a Adina, que por despecho anuncia su casamiento inminente con Belcore.
El joven, preso de celos, pide al charlatán una nueva dosis. Por no tener dinero, se alista en el ejército como soldado, con lo cual, gana al instante veinte escudos que los invierte en licor y coge una buena borrachera.
Las muchachas del pueblo se enteran que Nemorino ha heredado una gran fortuna de su fallecido tío y lo persiguen; él lo atribuye a la eficacia milagrosa del elixir.
Adina, que nada sabía de esto, al verlo rodeado de mujeres y atrapado en el júbilo que le proporciona el “filtro", se siente descorazonada al creer que él la ha olvidado.
Entonces, Dulcamara le explica que logró engañar a Nemorino con la historia del elixir y que ha vendido su libertad para conseguir más dinero. En este momento, Adina reflexiona sobre lo cruel que ha sido siempre con nuestro protagonista, comprende, finalmente, cuánto le ama, y se enternece por la fidelidad y la pasión del muchacho. Lo primero que hace es comprar el boleto de reclutamiento de nuestro aldeano.
Después, Adina deshace su compromiso para casarse con Nemorino. Belcore, herido en su orgullo, responde que tiene a su alcance todas las mujeres que quiera y Dulcamara declara que la situación es debida a su prodigiosa poción mágica.
LA ÓPERA
Donizetti con el estreno de “Anna Bolena” en 1830, había conseguido su primer éxito rotundo, consolidando su fama de operista y situándose a la misma altura de Bellini. Más tarde, con la muerte prematura del siciliano (1835), se convirtió en el compositor italiano más admirado y mejor pagado de su tiempo.
Entre su primer triunfo y la ópera que nos ocupa, transcurrieron dos años en los que compuso nada menos que cinco óperas, sin que ninguna de ella llegara a ser importante. Tenía pues verdadera urgencia en reivindicar su fama.
Ese fue el motivo principal para que el compositor aceptara el encargo de Alessandro Lanari del “Teatro della Canobbiana” de Milán. Este empresario estaba al borde de la ruina y necesitaba urgentemente una nueva ópera para su temporada de primavera.
Así que “L’elisir d’amore” nace de la necesidad de un compositor de recuperar su prestigio y la de un empresario en mejorar su situación financiera.
La leyenda habla de que el encargo se realizó con una antelación de dos semanas, pero parece que es una exageración de la esposa del libretista en su biografía sobre su marido. Lo más probable es que dispusieran de algo más de un mes para completar la ópera.
De todos modos, Donizetti estaba acostumbrado a componer rápido, como lo demuestra una carta dirigida al músico Sacchero en 1843, de la que extractamos: “¿Sabes cual es mi lema? ¡Rápido! Tal vez sea reprobable, pero todo lo bueno que he hecho lo he hecho siempre rápidamente. Y muchas veces me reprochan descuido precisamente en las cosas que más tiempo me han llevado”.
El argumento no parecía que diera mucho de sí: Un tímido campesino enamorado, una coqueta rica que le quiere hacer sufrir, un charlatán de feria verboso y embaucador y un sargento jactancioso y perdonavidas.
Y sin embargo de este elemental planteamiento surgió una de las óperas más importantes del género cómico, una ópera bufa muy particular, con ribetes de romanticismo sentimental. Una obra en la que encontramos mucho oficio, inspiración y música de primera calidad.
El libretista fue Felice Romani, uno de los autores de teatro musical más prestigioso de entonces. El punto de partida del escritor fue un libreto escrito por Scribe para el músico francés Auber, titulado “Le filtre” (1831) y otra obra anterior sobre el mismo tema de Silvio Malaperta (Il filtro).
Pero Romani no se limitó a un simple rehacer de sus fuentes sino que le insufló unos toques de ternura y sensibilidad a los dos personajes principales que hacen que esta obra no pueda encuadrarse sin matices en el género bufo.
Gracias a la música de Donizetti pero también a los versos de Romani, hay en las melancólicas expresiones de amor, unos visos de autenticidad y apasionamiento, que hacen a la obra trascender los estrechos límites de lo bufo hacia lo que podríamos llamar comedia sentimental.
La fecha del estreno se fijó para mediados de mayo y el compositor no las tenía todas consigo respecto a los cantantes, como indica en una carta a Romani: “Se espera algo bueno amigo mío. Tenemos a una “prima donna” alemana, un tenor que tartamudea, un bajo que tiene voz de cabra y un bajo francés que no vale mucho que se diga.
La obra se estrenó el 12 de mayo de1832 con un notable éxito tanto de público como de crítica. En muy poco tiempo consiguió una gran popularidad en Italia y un año más tarde se representó en el extranjero.
Para terminar, conozcamos la opinión de Giuliano Donati-Petténi en su monografía sobre el compositor: “L’elisir d’amore es una voluptuosa sucesión de sonidos que hacen de esta ópera, surgida por una rara y feliz coincidencia, una flor única en su especie. Todo en ella es preciso, limpio y sereno, como un cielo sin nubes en una mañana de verano”.
LOS PERSONAJES
Nemorino, concebido para voz de tenor lírico, no presenta dificultades respecto al registro pero es complejo en matices expresivos que deben ser ricos y variados.
En lo dramático es un caso único en toda la historia de la ópera pues en ningún género encontramos un protagonista tan antihéroe como este. Es crédulo, simple, atolondrado, buena persona, pero no por principios sino por pura incapacidad intelectiva para ser malvado. El pobre campesino no piensa, sólo siente.
Es un ser tan desvalido que despierta una tierna compasión. Los dos autores fueron benévolos con él ya que, aunque explotan los aspectos cómicos del personaje, nunca dejan de lado su vertiente sentimental, melancólica y sufriente, que es la que acaba imponiéndose en el público.
Adina, escrita para soprano lírica, debe poseer una excelente agilidad y notable capacidad para la coloratura. Es el papel más difícil de la obra por sus agudos, adornos y saltos interválicos.
Se la describe como rica, espabilada, desenvuelta, bella y bastante voluble pues disfruta encendiendo la pasión masculina, conociendo todos los recursos para conquistar a los hombres.
Dulcamara, tanto por su registro como por el tipo de canto y psicología, es un espléndido papel para un buen bajo bufo que posea una fácil articulación y notables recursos dramáticos.
Es un avispado charlatán de feria, embaucador impenitente, que siempre es bien recibido por los ingenuos campesinos de los villorrios en donde ejerce su oficio. Sus inocuas pociones que son inofensivas, actúan por autosugestión de quienes las toman.
Belcore es un rol para voz de barítono. Por su condición de militar, se ve obligado a cantar en ritmos de clara inspiración castrense. Su intervención no presenta grandes oportunidades de lucimiento.
En la ópera bufa, que inicialmente iba destinada a las clases modestas, no eran bien vistos los militares, leguleyos, picapleitos y funcionarios que, a menudo, eran ridiculizados en este tipo de obras.
Así sucede con Belcore, sargento pagado de sí mismo, bravucón y orgulloso. Presume de mujeriego aunque en la mayor parte de los casos no pasa de impertinente. Su misión en la ópera es ser el desencadenante de la acción.
FRAGMENOS DESTACADOS
Pasemos a recordar los grandes momentos de esta ópera singular:
1.- Cavatina de Nemorino: “Quanto è bella- (Que bella es)”. Tras una breve y alegre intervención coral, se presenta nuestro antihéroe preludiado por los instrumentos de madera y suavemente mecido por los de cuerda, en un aria en la que describe su enamoramiento y su incapacidad intelectual.
2.- Cavatina de Adina: “Della crudele Isotta- (De la cruel Isolda)”. Se inicia sobre un ritmo de vals lento que confiere un suave matiz irónico a sus palabras. Un segundo tema, rítmicamente más marcado, será repetido por el Coro. El final incluye unas espectaculares vocalizaciones.
3.- Dúo Adina y Nemorino: “Chiedi all’aura lusinghiera- (Pide a la brisa juguetona)”. El dúo es comenzado por la soprano sobre una bella línea melódica con ornamentaciones. Tras un breve diálogo el tenor inicia su canto semejante al tema anterior. La segunda parte es más rápida y brillante y concluye con ágiles vocalizaciones.
4.- Cavatina de Dulcamara: “Udite, o rustici (Oid campesinos)”. Es esta la oportunidad de lucimiento para el doctor charlatán. Esta retahíla de palabras huecas es, sin duda, una de las piezas más joviales, jugosas y de mayor envergadura que la ópera cómica haya creado para un bajo bufo.
5.- Romanza de Nemorino: “Una furtiva lagrima”. Con su fino instinto teatral, Donizetti se dio cuenta que el momento más propicio para incluir la gran aria del tenor, era cuando éste se marcha del pueblo a cumplir con la milicia. Desoyendo la opinión de Romani que no juzgaba una pieza solista en ese punto, el compositor la colocó aquí y es el número más conocido de la ópera y una de las joyas indiscutibles del repertorio belcantista para su cuerda.
DISCOGRAFÍA
Me han hecho la petición de incluir, por lo menos, un audio y un video por cada ópera. Difícil papeleta pues interviene el gusto personal y no quiero herir susceptibilidades de ningún tipo. Téngase pues en cuenta que es mi gusto personal y nada más. Quizás haya mejores pero para mí son éstos:
AUDIO
L’elisir d'amore - Gaetano Donizetti
Año de Grabación: 1966
Director.........Francesco Molinari-Pradelli
Adina.......... Mirella Freni
Nemorino.... Nicolai Gedda
Belcore....... Mario Sereni
Dulcamara.. Renato Capecchi
Orquesta...... Ópera de Roma
Coro………… Ópera de Roma
Grabado en estudio
Emi
VIDEO
L'elisir d'amore - Gaetano Donizetti
Año de grabación: 1992
Director…….............James Levine
Adina…................. Kathleen Battle
Nemorino.............. Luciano Pavarotti
Belcore................. Juan Pons
Dulcamara............ Enzo Dara
Giannetta.............. Korliss Uecker
Orquesta................. Metropolitan Opera
Coro………………... Metropolitan Opera
Grabado en directo Deutsche Grammophon
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