lunes, 17 de enero de 2011

IL TROVATORE (Giuseppe Verdi)

De entre todas las óperas de Verdi hay una por la que tengo especial predilección, hasta el punto de declararla como mi “ópera de cabecera”: se trata, indudablemente, de Il Trovatore. Esto, a la hora de hacer su presentación, podría pensarse que es una ventaja pero si se mira bien no es así, pues se está más influido y la apreciación puede ser menos objetiva. Además debe tenerse en cuenta la responsabilidad que supone su grandísima popularidad y la multitud de grabaciones existentes. Todo ello hace difícil saber por donde comenzar y plantea dudas respecto a que poner y cual sería el formato adecuado. A pesar de todo y después de darle mil vueltas, allá vamos, tratando, como siempre, de hacerlo lo mejor posible.

Aunque ya es muy conocido, hay que repetir que esta obra pertenece a la llamada “trilogía popular”, compuesta en poco mas de dos años (noviembre de 1850/marzo de 1853) y que incluye Rigoletto, Trovatore y La Traviata, si bien entre el estreno de estas dos últimas sólo median cuarenta y seis días por lo que el compositor tuvo que compaginar necesariamente ambas partituras sin que por ello existan mayormente semejanzas melódicas entre ambas a excepción de la balada de Azucena “Ai nostri monti ritorneremo”, parecida al dúo final de Alfredo/Violetta “Parigi o cara noi lasceremo”

EL LIBRETO
Si hablamos del libreto (puede conseguirse AQUÍ) hay que preguntarse: ¿Es realmente tan malo? Para responder, se hace imprescindible conocer la obra de García Gutiérrez, la cual ha sido mantenida en toda su esencia (para los que estén interesadosAQUÍ está el drama original). Debe tenerse también en cuenta que es una obra romántica, época en la que era un verdadero placer imaginar un caballero con armadura, unas ruinas góticas, un palacio de la época musulmana o unas montañas agrestes, sin olvidar además la pasión desbordada y frenética, la brujería, la magia, el oscurantismo, los temas y personajes de la Edad Media y en general cualquier tipo de exceso de emotividad. A Verdi le dio verdaderos quebraderos de cabeza ponerse de acuerdo con Cammarano, hasta tal punto que fue el propio compositor quien tuvo que redactar una muy discutida síntesis que prevaleció hasta la muerte del libretista y fue retomada, afortunadamente sin mayores problemas, por el joven escritor napolitano Leone Emmanuele Bardare.

Aunque el libreto se haya convertido en un tópico de la absurdidad operística, no hay nada en él descuidado y a la ligera pues Cammarano fue un hombre inteligente y juicioso. Es notorio que Il Trovatore se compone de cuatro actos divididos cada uno en dos cuadros, en los que se combinan dos tipos de escenas: unas de acción y otras informativas. Los dos primeros actos son:

A.- Informativo[/b (Acto I-1: Patio de la Aljafería)
B.- Acción (Acto I-2: Jardín del palacio)
A.- Informativo (Acto II-1: Campamento gitano)
B.- Acción (Acto II-2: Exterior convento Castellor)

Obedeciendo a un eje de simetría, los actos tercero y cuarto son así:

A.- Acción (Acto III-1: Campamento Conde de Luna)
B.- Informativo (Acto III-2: Interior de Castellor)
A.- Acción (Acto IV-1: Baluartes del palacio de la Aljafería)
C.- Combinación de informativo y acción (Acto IV-2: Calabozo de la torre de palacio)

Esta estructura sólo puede responder a una sólida y muy pensada construcción del libreto a lo que se podría añadir un evidente empeño en que el drama, desarrollado casi todo en exteriores nocturnos, vaya siendo más íntimo a medida que se aproxima al final o si se quiere en lenguaje escenográfico, pasa de los espacios abiertos a los cerrados.

Il Trovatore es sin duda alguna un “dramón romántico” donde sus personajes aman y odian sin control alguno y su argumento enlaza mas de una historia ya que está tejido a base de tres:

1.- Las venganzas respectivas de la gitana Azucena (por su madre) y del Conde de Luna (por su hermano).
2.- El amor de Manrico y el Conde por una misma mujer (Leonora).
3.- La guerra civil entre los seguidores del Conde de Urgell (Jaime II) y los de Fernando de Antequera (Fernando I de Aragón), hechos acaecidos entre 1412/3, que el autor aprovecha para colocar en bandos opuestos a Manrico y el Conde de Luna.

DIVERSAS OPINIONES
Desde su estreno, con enorme éxito, no han faltado críticas dirigidas contra la música considerándola “rústica” o “basta” en comparación con otras conquistas posteriores del maestro. El musicólogo F. Bonavia escribió: “En Il Trovatore no hay nada de interés para el estudioso porque su técnica es sumamente sencilla”. Sorprende esta afirmación que relaciona el grado de complejidad compositiva con la mayor o menor calidad estética de una obra. Otra de las cuestiones que suscita a menudo es si esta ópera representa o no una evolución en la trayectoria compositiva del autor. Desde luego, vista respecto a las óperas burguesas (Luisa Miller], Stiffelio y la futura Traviata, volver a un tema de “capa y espada”, con una estructura a la manera tradicional donde el aria es el principal recurso narrativo, así lo hace suponer y más todavía si tenemos en cuenta a Rigoletto donde la escena es lo que prevalece. Pero bastan estas palabras escritas por el propio Verdi refiriéndose obviamente a Il Trovatore para zanjar toda discusión: “Creo, si no me equivoco, que hice bien; pero de todos modos, he hecho lo que sentía, tal como me lo dictó la inspiración”. Citaremos por último una opinión que se queda en el punto medio, la del musicólogo británico Francis Tovey, que en 1931 escribió: “Il Trovatore sólo es Ernani in excelsis, aunque considerándolo bien, es, de hecho, la apoteosis de las buenas y las malas cualidades de las primeras óperas verdianas”.

¡Claro que hay opiniones favorables! Son muchas y sólo relacionaremos algunas. “La Gazetta Musicale” en el momento de su estreno publicó: “La música nos trasportó hasta el cielo mismo y, en verdad, no podía ser de otro modo, puesto que dicha música es, sin exageración, celestial”. Gianandrea Gavazzeni: “Il Trovatore es la Pasión según San Mateo italiana”. Massimo Mila: “En Il Trovatore está presente al máximo lo que Verdi denominaba “color”, ese “gusto nocturno” señalado por el musicólogo Baldini o ese aspecto áspero, tenebroso y oscuro advertido ya en I Masnadieri. Se trata de un color de fuego, un color aventurero y zíngaro que envuelve como una aureola a los personajes de Manrico y Azucena”. Bruno Barilli: “En Il Trovatore hay un Verdi que se precipita sobre el público, lo mete en un saco, se lo carga al hombro y lo lleva a grandes zancadas al interior de los volcánicos dominios de su arte”. George Martin: “En Il Trovatore la melodía se convierte no en el reflejo de un sentimiento sino en el sentimiento mismo”. Finalmente otra vez Massimo Mila: “Esta ópera se ha convertido en el test del fanatismo verdiano, en la bandera de combate de los verdianos puros que desconfían de la madura perfección de Otello o de Falstaff y reconocen en Il Trovatore un Verdi en estado puro, intocado aún por la influencia intelectualizante de Arrigo Boito”.

Podíamos seguir pero ¿merece la pena? Sea o no Il Trovatore un paso adelante, nadie puede negar que a lo largo de la partitura vibran el entusiasmo, la fuerza y la esplendidez sonora y que está llena de ecos sombríos y vibraciones enternecedoras que sólo se dan en las grandes obras del maestro. Sus efectos musicales son amplios e inmediatos y constituyen la apoteosis de la ópera romántica: riqueza melódica, colorido orquestal, apasionada melancolía, y exigencias de agilidad y registro vocal. Es como si Verdi hubiera querido hacer algo que llevaba años perfeccionando y lo consiguiera con tanta belleza que nunca mas ya sentiría la necesidad de repetirlo. Pero esta obra tiene un grave inconveniente: si está mediocremente interpretada (aunque sólo sea en un personaje principal), la escucha puede resultar insufrible. ¡Que razón tenía Toscanini cuando dijo que para representarla “necesita a los mejores cantantes del momento”!

Il Trovatore es una ópera de números cerrados a la manera tradicional -con gran habilidad por parte de Verdi para combinarlos y justificarlos- que se mantiene intencionadamente al margen de las novedades introducidas en Rigoletto. Los cuadros están construidos a partir de una sucesión de cavatinas, dúos, tercetos, arias con escenas introductorias, cabaletas y coros.

LOS PERSONAJES
Decir en primer lugar que son cuatro los verdaderos protagonistas ya que los demás roles (Ferrando: bajo, Inés: soprano y Ruiz: tenor) cumplen tan sólo el clásico papel de confidentes de sus respectivos señores, con mayor peso para Ferrando, que con su famoso “Racconto” y sus participaciones en los conjuntos, demuestra ser la quinta voz básica característica.

Azucena es la que tensa la unidad dramática de la obra y disputa a Manrico la categoría de protagonista. Es un papel fascinante para mezzosoprano con eficaz temperamento de actriz pues requiere una gran interpretación dramática y exige alcanzar con solidez alturas vocales considerables. Vive, con gran sed de venganza, entre el odio y el amor filial por su “hijo”. Es un ser extraño y torturado sujeto a crisis de alucinación obsesiva sin caer en la locura. Respecto al último punto, hay una carta muy explícita de Verdi a su libretista: “No hagas que Azucena se vuelva loca. Agotada por la fatiga, el sufrimiento, el temor y la falta de sueño, habla confusamente. Sus facultades están debilitadas pero no está loca. Las dos grandes pasiones de esta mujer, su amor por Manrico y su salvaje deseo de vengar a su madre, deben conservarse hasta el final. Cuando Manrico muere, su sentimiento de venganza le abruma y en la mayor agitación grita: ¡Has matado a tu hermano! ¡Madre estás vengada!”.

Azucena es una nueva y destacada aparición en la galería de personajes femeninos de Verdi. Algunos roles anteriores para voces graves (Federica-Luisa Miller[ o Maddalena-Rigoletto, no son comparables pues se trata de papeles secundarios con un significado episódico. El de Azucena, en cambio, es de primer orden e inaugura una serie que tendrá continuación en figuras como Ulrica, la princesa de Éboli y Amneris. En general, Verdi confiere a este registro vocal el papel de contrincante y en sus rasgos psicológicos se entremezclan valores positivos y negativos. Podíamos decir que en sus óperas la mezzosoprano es a la soprano como el barítono es al tenor: son figuras antagónicas.

Leonora, soprano dramática de agilidad, es un papel intenso con mucha coloratura, duro y difícil de solventar con momentos de gran dulzura y lirismo a los que la voz se ha de plegar perfectamente para expresar la fragilidad de su atormentado personaje. Mujer apasionada por el amor de Manrico, conjuga pasión erótica y anhelo espiritual pues este era el punto clave en la concepción romántica del amor: unión de cuerpos y espíritu. Es de alma noble hasta el punto de que cuando cree muerto al Trovador, renuncia al mundo para integrarse en un convento. Por intentar salvar a su amado, Leonora es capaz de llevar su pasión hasta las últimas consecuencias, es decir, hasta la muerte, prefiriendo el veneno a pertenecer a un hombre al que no sólo no ama sino al que desprecia. También es patrimonio de su carácter la ensoñación, la ternura evocadora y la melancolía, no exenta de un leve toque de angustia, factores que se reflejan claramente en la música que Verdi escribió para ella.

Manrico es un papel para tenor spinto robusto, con mucha fuerza y con empuje suficiente para salvar las grandes dificultades vocales que presenta el personaje sobre todo si ha de cantar el “do de pecho” impuesto por la tradición que la partitura no exige, pero también debe ser lírico y delicado en muchos momentos. Se diferencia claramente por la tesitura de su voz respecto a sus otros congéneres de la trilogía, que requieren tan sólo tenores líricos o lírico-ligeros: se entiende que es por su condición heroica. Su carácter es noble y valeroso pero algo complejo. Según cuenta en el primer dúo con su supuesta madre, sintió la llamada de la sangre en una batalla y eso impidió que matara al Conde de Luna. No duda en separarse de Leonora cuando se están casando para intentar salvar de la hoguera a la gitana. Es como si la sospecha de su incierto origen le impulsara a demostrarse a si mismo que, en efecto, la gitana es su madre. En palabras de Mássimo Mila: “Mas apasionado como hijo que como amante, Manrico vive a la luz reflejada por las llamas de Azucena”.

El Conde de Luna, papel para barítono de extensión generosa, con volumen, brillo y flexibilidad de canto, debe reflejar la maldad del personaje y su punto de humanidad, que también tiene, unido a una presencia escénica majestuosa. Como todos sabemos, el barítono verdiano se considera una categoría en sí misma, que requiere dinamismo, color oscuro, potencia para imponerse a la orquesta y capacidad para cantar lírico cuando se necesita. En pocas palabras: debe tenerlo todo. O si se quiere, es alguien que por el color de su voz oscura- casi como un bajo- puede cantar- casi- tan alto como un tenor. A esta voz Verdi le adjudicó diversos caracteres psicológicos complejos muy bien logrados: citemos tan sólo a Nabucco, Rigoletto, Simon Boccanegra, Falstaff y Iago del Otello. Hay que agradecer al maestro la clasificación de la voz de barítono (antes no estaba demasiado definida), que tanto le gustaba por su particular color y su capacidad para retratar tan variados matices dramáticos. Volviendo al Conde de Luna, digamos que como personaje es fundamentalmente una mezcla de orgullo por su clase social, soberbia por el poder político y bajeza, aunque su amor por Leonora le hace un poco mas humano. Su bajeza queda de manifiesto al acechar a la soprano en la oscuridad, por gozar pensando en una doble venganza al capturar a Azucena sabiendo que es la madre de Manrico y, finalmente, por aceptar con júbilo la entrega de Leonora a cambio de la libertad del trovador, no importándole que ella ame al otro.

ALGUNOS AUDIOS
Por no alargar demasiado este comentario, ciertos fragmentos pueden encontrarse en esta WEB que también he creado yo


Respecto a posibles peticiones de grabaciones sólo puedo decir que puede existir intercambio, ajeno, desde luego, a esta página.
SE RUEGAN COMENTARIOS
Si, efectivamente agradecería algún comentario a lo escrito, también para criticarlo y de esa manera el contraste será muy positivo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

me parece un asco esta pagina no me diron lo que queria solo era un resumen del acto 3 y 4 y no me lo dieron son chantas.

Juanba dijo...

Querido Anónimo, para gustos están los colores. Siento que no haya satisfecho. De todos modos, no acabo de entender lo que dices. ¿Qué es eso de "no me diron", quizás "dieron"? Amigo mio y ¿Qué son chantas? Sinceramente, me gustaría entender del todo lo que has querido decir. De cualquier modo, si no te gusta mi blog, no vuelvas a entrar. Saludos cordiales

Carlos Vera andrada dijo...

Juanba, no prestes atención a comentarios anónimos tan poco relevantes. Me gustaron mucho los comentarios. Me parecen muy interesantes. Soy un aprendiz del mundo de la ópera. Y encontrar gente que conozca y disfrute de ella como vos, es un verdadero deleite. Un saludo especial de Paraguay.

Fiume Simonini dijo...

También es mi ópera favorita. Hoy 19 de enero se cumplen los 165 años de su estreno. Yo nunca vi absurdo el argumento y por las cosas que pasan hoy en día la realidad supera la ficción. Saludos